Cuando estaba de pastor
Donde se da cuenta puntualmente de cómo se le quitó la gabardina al americano, para después, con ella ir a robar las ciruelas al Pedrito |
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- I - Esta divertida historia entre el Nicanor y yo se llevó a cabo y es cierta cuando estaba de pastor.
Nuestra vida era el descanso entre el Pico y el Cañón; (1) siempre buscando aventuras siempre buscando emoción.
Las ovejas y las cabras pasto abundante tenían en verano por la noche su caídero ya sabían.
Estando en algunos puntos a la hora de rigor se las manejaba bien daba gusto ser pastor.
Se guardaban ellas solas la mayor parte del día; nosotros con trece años no parábamos de "urdirla". - II - Un día estando en el Río antes de salir el sol pasó cerca de nosotros un apuesto pescador.
Nos lo quedamos mirando con muchísima atención pues la ropa que llevaba nos llenó de admiración.
En todos aquellos pagos nunca tal cosa se vio: el gabán blanco sin mancha que portaba aquel "gachó".
Investigar aquel caso unos días nos llevó, se llamaba gabardina lo que tanto nos chocó.
Le llaman "americano" al tranquilo pescador y la gabardina blanca en la Argentina compró.
No podía imaginarse lo que el Nicanor y yo teníamos en la mente para quitarle el ropón.
En la "Peña Palomera", en su cueva, en un rincón dejaba siempre la ropa cuando ya apretaba el sol.
Un perrito que tenía ladraba que era un primor ¡qué majito era aquel perro! nuestras ideas... ¡mejor!
Para sacar los rateles el apuesto pescador llevaba esta y horquilla y del lugar se alejó.
Yo me preparé una honda como los de Manacor y desde "Cabeza el Horno" tiraba con gran furor.
Silban al aire las piedras como balas de cañón; perrito y amo se marchan abandonando el ropón.
Hasta la "Charca del Dengue" les obligué a bajar yo el hombre miraba al cielo como buscando razón.
Desde la "Peña del Roto" ya bajaba el Nicanor y sin que nadie le viera, la gabardina cogió.
Y con ella bajo el brazo el camino desandó y en lo alto del "Caidero" nos encontramos los dos.
Sentados en unas piedras se llegó a la conclusión que mucho podía hacerse con buena organización. - III - Pasado "el Sestil Bajero" y el "Vallejo Covaelagua" entre pizorras y monte nos plantamos en "la Lastra".
En el más mínimo tiempo la misión fue terminada y buscamos al Teodoro para tener coartada.
A casa a comer nos fuimos; aquí no ha pasado nada; ovejas y gabardina se han quedado en la tenada.
Y por la tarde silbando como aquél que paseaba, fuimos a ver las ciruelas que el Pedrito bien guardaba.
Sólo nos bastó un vistazo desde fuera de la tapia para saber que la fruta estaba madura y sana.
Sabíamos con certeza que el Pedrito vigilaba día y noche las ciruelas con la pistola cargada.
(1) "entre el Pico y el Cañón" Pico Navas y Cañón del Río Lobos |
Nos marchamos del peligro con solución aclarada: por dónde había que entrar a las cuatro la mañana.
Se hizo un boceto de plano en nuestra mente avispada, del lugar y sus contornos para no fallarnos nada.
Platicando sobre el tema como de una gran batalla, mi conmelitón y yo, llegamos a la tenada.
Soltamos a las ovejas, la gabardina, allí estaba; se la puso el Nicanor bien parecía un fantasma;
y con los brazos en cruz y las piernas separadas era como un alma en pena que a los vivos suplicara.
Nos echamos a dormir mirando la luna clara esperando que las cuatro de la mañana, llegaran.
Nuestro reloj no era suizo, ni siquiera de Alemania las estrellas con su rumbo las horas bien nos marcaban.
"Las Cabrillas" ya salían, "El Carro" ya se acostaba, "Las Tres Marías" decían que la hora se acercaba.
Y nosotros sin pereza y sin lavarnos la cara llegamos a "La Ladera" después de pasar "La Lastra". - IV - En plan de aproximación y sin ruido y escuchando al objetivo previsto nos íbamos acercando.
Hice yo una descubierta por los puntos acordados por si el Pedrito se hallaba con la pistola apuntando.
Estaba todo tranquilo lo que encontraba a mi paso y al "Nica" comuniqué empleando mi reclamo.
Éste, sin pensarlo más, viendo el campo despejado saltó la tapia tranquilo por el punto ya acordado;
y sin pérdida de tiempo una vez llegado al árbol, se pone la gabardina que quitó al americano.
Yo estaba en mi observatorio por si acaso, vigilando mientras el "Nica", de ciruelas el zurrón iba llenando.
Sale el Pedrito de casa, y yo empleo mi reclamo; pone los brazos en cruz el que está encima del árbol;
al ver aquella figura, sin moverse y todo blanco, dio media vuelta y se fue el Pedrito, solo hablando:
__"Espera un poco, fantasma o lo que seas, malvado que voy a por la escopeta que yo no estoy asustado"__ - V - ¡Vaya rapidez la nuestra con aquellos pocos años, saltábamos como corzos por barbechos y sembrados!
Veíamos por la noche por estar acostumbrados, como si fuera de día, con nuestros ojos de gato.
Y sin pensarlo dos veces del lugar nos alejamos para echar un trago de agua en la Fuente los Milanos.
Comentamos la aventura tranquilos y sosegados porque decía el Pedrito que no había nacido guapo
que se saltara la tapia y menos llegar al árbol, ya que de día y de noche siempre estaba preparado
con la pistola cargada y la escopeta en la mano; dispuesto a pegar dos tiros al que encontrara robando a sus queridas ciruelas que él, había bien guardado. - VI - La aventura que aquí inserto con esto se ha terminado; la gabardina y ciruelas fue un secreto bien guardado para nosotros quedó y con nadie comentamos.
FIN
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