Un bendito campesino y unos jóvenes de aupa
Autor: Pausilipo Oteo |
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En el pueblo de Muñecas pedáneo Santa María ocurrió esta fina historia entre tristezas y risas.
Allá por los años treinta pocas noticias había y al pueblo las que llegaban casi siempre eran tardías.
El cura don Telesforo del pueblo Santa María una radio se compró que entonces era primicia.
¡Vaya antena que instaló! más de cien metros tenía: de lo alto de la torre a su casa, fue tendida.
Parece que la estoy viendo: más maroma parecía aunque el viento la azotara ella bien lo resistía.
Mucho dinero gastó según el cura decía que toda era de cobre, metal que más retenía.
Las hercianas que pasaban para formar sintonía con la radio que en su casa manejaba con codicia.
El 22 de diciembre se rifa la lotería lo mismo entonces que ahora las ondas la transmitían.
Desde el pueblo deMuñecas suben a Santa María: el Manuelón y el Calonges, nadie sabe a qué vendrían.
Lo que se supo luego que tenían una lista con los números premiados en ese famoso día
En la taberna el Peluca la copita consabida echan como de costumbre, comentando lo del día.
Hablaban y comentaban de precios y mercancías a cómo en Salas o en Huerta las pieles se pagarían. |
Así pasaban el rato en paz y buena armonía hasta que el Calonges dijo y echa el arranque chiquita
La hija del tío Peluca con paciencia les servía llegaron hasta cantar las tonadas que sabían.
Pagan la cuenta y se marchan ellos no tienen gran prisa aunque la mujer les tiene preparada la comida.
Cuando salen a la calle el sol en lo alto brilla hay nieve por los tejados y el "cierzo" corre que pita.
Después de pasar la Dehesa llegan a las Canadillas iban charlando y hablando sobre todo de la rifa.
Los números del Fermín los saben de carrerilla los dos concuerdan la broma mientras se parten de risa.
Y sin pensarlo dos veces los colocan en la lista en el número primero que al gordo correspondía.
Cuando llegan a Muñecas a la taberna caminan allí estaba el tío Fermín los Filones y Boquitas.
Y después de saludar a todos los que allí había se arriman al mostrador piden les sirvan bebida.
Les acercan el porrón que pingan con maestría de aquel vino peleón que compran en Alcubilla.
Mientras en la calle el cierzo hace la tarde muy fría el dueño de la taberna a la cocina la atiza.
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Sale la conversación lo que hay por Santa María y si ellos sabían algo de los premios de la rifa.
El Calonges muy ufano de entre la faja metida saca pronto unos papeles que les enseña enseguida.
Al mirarlo el tío Fermín los ojos se le encandilan con el papel en la mano marcha a su casa deprisa.
y sube las escaleras parece que no las pisa pronto llega donde están los números de la rifa.
Lo coge como con miedo pensando no coincidan pero cuando cotejados los mira y los remira, tan convencido quedó de que "el Gordo" allí tenía.
Con las voces de rigor como el caso requería llega donde está el puchero que en la lumbre se cocían unas alubias bien viudas sin chorizo ni morcillas.
Sin mirar si le quemaba por la ventana le tira y le dice a su mujer: _"¡Vete a por carne, Chiquita! desde hoy, ¡Fuera pucheros! ¡Sólo sartén y parrillas!
Luego llega a la taberna anunciando la primicia allí se encuentra a los compinches con disimulada risa.
No sé porqué no le gusta lo que su mente adivina y se acuerda del puchero con las alubias cocidas.
Cuando todo se descubre de la broma consabida dice que le está muy bien; que la tiene merecida; por creer como un bendito en semejante cuadrilla. |
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